miércoles, 2 de noviembre de 2011

Se ve llegar a lo lejos el invierno del 2008

Soy esa que va en remera hasta los días más fríos, esa que va con el buzo en la mano o colgado de la mochila. No le tengo miedo al frío, y eso que me enfermo siempre y más estos días: Al colegio con fiebre, a gimnasia con fiebre. Mi mamá tiene muchos problemas como para contarle y sumarle uno más. Tengo miedo que se enoje. No me gusta verla enojada.
Salgo del colegio temprano, una hora antes. No tengo ganas de caminar... quiero acostarme en el piso y mirar el cielo, pero no, no hay tiempo para esas cosas. Tengo que llegar a casa, es mi única chance de estar sola antes de que llegue mamá del trabajo.
Tengo los movimientos de mi casa controlados. Todos los días llego del colegio y 20 minutos después llega mi mamá. La saludo y corro a mi pieza, creeme, no queres estar cerca cuando llega de trabajar. Soy su bolsa de boxeo, su descarga... dice cosas que no quiero escuchar. "No son ciertas, vos sabes que está enojada, aguantá que falta poco" me digo todos los días. Soy mi propio apoyo moral.
Me paro en medio de la calle con mi mochila colgada de un solo lado, con mi buzo en una mano y el celular en la otra. Estoy esperando que llegue una llamada, un mensajito de él.. Él prometió llamar. Sé que nada va a llegar, pero no quiero estar lejos si llega a ocurrir un milagro. Quiero escucharle la voz por última vez.
Pasan los autos al lado mío, y yo cierro los ojos pensando que tal vez pueda venir algo grande y hacer el trabajo por mi. Una bocina me saca del trance y un hombre me grita para que me pare en la vereda y salga de ahí "te van a matar, nena". Sí, ya lo sé. Camino, hasta la esquina de Av. Mitre y ahí me quedo un rato.
Gente que camina, chicos que corren, dos chicas que pasan gritando, una familia... lo normal. Me paro y lloro, no puedo creer lo que me pasa. ¿Por qué a mi? Miles de millones de personas en el mundo y yo acá, triste, a punto de convertirme en una estadística.
Todos siguen caminando, nadie me ve parada en la esquina, nadie ve los golpes en los brazos, nadie ve mi maquillaje corrido, no me ven llorar. Soy invisible.
Miro a lo lejos mi colegio, le saco una foto mental y me lo llevo guardadito. Pasaron 40 minutos y mi celular nunca sonó... Ya lo sabía.

2 comentarios:

  1. No sabes como te entiendo con lo de tú mamá, la mía es igual yo trato de estar el menor tiempo posible con ella y ella con migo. Es realmente triste

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