miércoles, 13 de junio de 2012

Yo confieso

     

Para el hombre que besó mis cicatrices.

     
     Me encerré en mi burbuja y fingí ser ciega para no mirarte a los ojos, fingí ser sorda para no flotar con tus palabras, fingí ser muda para no decirte más te amos de los que ya te gritaban mis silencios. Fingí y me mentí.
     Un par de cigarrillos  a escondidas en la terraza y un disco de los Beatles fueron testigos de mis dudas. Ya no tenía paz, ningún lugar de esta casa estaba desierto, las sinfonías que formaban las bocinas de los autos sonaban como nuestra canción. Esa que cantamos entre risas y gritos.
     Quise esconderme en mis cuadernos, quise dejar de pensarte. Quise respetar mis reglas. Quise entender que esta no era la sensación. Escribí tu nombre mil veces en una hoja y casi sin pensarlo, la página también estaba llena de vos, igual que yo, igual que todo. 
     Hoy te miro a los ojos y ya no puedo ocultarlo, no me sale. Tal vez no quieras escucharlo, tal vez no lo entiendas. Tal vez creas que es demasiado rápido, pero ¿Qué es rápido? ¿Quién lo define? Yo no. 
     Lloro porque te siento cerca, es algo nuevo. Toda una vida anestesiada: de tristeza a alegría, de amor a odio. Pero nunca esto. Esto que me mueve el piso y hace que las nubes dibujen para mi.
     Me rindo ante tu perfección y me derrito con tu voz. No alimentes mi locura y, por favor, cerrá los ojos. No me mires, sólo sentime. No digas nada, y escucha con el corazón. No quiero respuestas, no quiero retribuciones, solo quiero que me abraces y que, con un beso sincero, calmes este huracán que provocaste en mi. Mi corazón se sale de su lugar, como queriendo estar con el tuyo, tomados de la mano como estamos ahora.




Sintiéndote tan real como una daga en mi pecho, te lo confieso: Estoy enamorada.