miércoles, 27 de julio de 2011

Mirar a los ojos

     Alguien una vez me dijo que esta mal dejarse llevar por las emociones del momento, pero se olvido de decirme que para escribir está perfecto.
     Cada vez que alguien me hace un cumplido tengo que analizarlo mil veces para ver si hay sarcasmo en él, y ante la duda siempre respondo "no" o "mentira". Hago eso desde que tengo memoria, y lo hice tantas veces durante tantos años que ya funciona como un reflejo, es automático. "Me gusta como escribís - no", "Que linda risa - mentira", y así.
     Soy insegura, tengo que mirarme al espejo 80 veces y ni así puedo estar tranquila. Tengo que maquillarme hasta para salir a sacar la basura. Cuando salgo a la calle miro para abajo y trato de pasar desapercibida. Vivo insegura de mi misma. Vivo sin aceptar cumplidos. Vivo sin aceptarme.
     Ahí es cuando me pregunto "¿Qué me pasa?" y no se escucha nada. Nunca dije de donde nació esto, ni cuando, mi respuesta siempre fué "no sé, soy así", pero la verdad es que lo sé. Como dije en mi primer post "Todo, en algún punto tiene que ver con mi mamá", y es así, ella me parió, ella me crió, yo no soy así porque me abandonaron en el bosque y cuando volví a mi casa ya estaba hecha.
     Desde el minuto cero me dieron a entender que no era linda, que había muchas más lindas que yo, con más suerte y perfectas. Cosa que es cierta, pero ¿no es tu familia la que tiene que decirte que sos la más linda del mundo, aunque sea una completa mentira? Bueno, a mi no me lo decían. Creo que una vez mi mamá me miró y me dijo "Sos hermosa hija, pero claro... soy tu mamá, si no te lo digo yo, tal vez nadie lo haga", y fue una montaña rusa: Todo perfecto y en picada al desastre. Ahora me lo dice más seguido, pero siempre acompañado de un "Igual, podrías comer un poco menos" o "ya no te pareces a la hija que parí".
     No quiero decir que la relación con mi mamá sea en un 100 % mala, pero estariamos en un 50- 50 (y creciendo en mala). La mayoría de mis problemas la involucran, mi apariencia, mi inseguridad. No puedo mirar a la gente a los ojos por miedo a que me busquen defectos (los cuales me sobran... o eso me hicieron creer. Ya no sé nada).
     Nunca pensé que eso de mirar a los ojos fuera tan importante. Hace una semana hablando con un amigo dije "Siento que él me miente", y su respuesta fue: "Si te mira a los ojos, dice la verdad, si no, empezá a dudar". A mi me cuesta mirar a los ojos ¿Eso me hace una mentirosa? No lo creo. Quiero mantener la mirada fija en los ojos de otra persona, pero me cuesta... Algo adentro mío dice "no", e inmediatamente miro al piso.
     ¿Donde se aprende a mirar a los ojos? ¿Quién lo enseña? Porque si nadie lo enseña y se aprende en "La escuela de la vida", voy muerta. Es difícil para mi. Algo que mi corta mente no puede descifrar.
      Pocos son los ¿Afortunados? que reciben una mirada sin dudas y directa. Tal vez me falta práctica en este arte de mirar. Algunos dirán que me falta verdad para no desviar la mirada, pero, una vez más, están equivocados.

Estoy hundiéndome en la oscuridad del mar, aquí no hay aire pero al fin podre llegar. Mas alláespero un sol que me llevara sin temer volar, donde un sueño es realidad. Mas allá, podre mentirle a mi corazón sin tener razón. Mas allá no miente la verdad.

miércoles, 20 de julio de 2011

La reina quiere su rey

     Sólo los sensibles sufrimos al ver una persona llorar, nos ponemos en su lugar y casi que también lloramos. ¿Y si esa persona es tu amiga? Peor, se multiplica la sensibilidad y se te rompe el corazón en miles de pedacitos. Vas a llorar con ella, vas a gritar, a insultar y a pegarle a las paredes. 
     Nunca sufrí a la par de alguien como en esta última semana. Ver la expresión de preocupación en la cara de una amiga duele. Yo lo amo más que a nada, no quiero estar sin él", y eso repitió toda esa semana.
     Emprendimos viaje a esa ciudad fría pero llena de diversión, así nos despediríamos de esta etapa y le diríamos "Hola" a la vida real. Enamorada, me dijo "No quiero irme", y supe que iban a ser días difíciles para ella. 
     La ilusión saltaba de sus ojos cuando su celular vibraba y en la pantalla decía "Nuevo mensaje de: EL". Todavía no puedo entender como en medio de ese viaje, lleno de risas, de gritos y de vida, ella se metía en su celular para recibir una caricia a distancia.  Esas caricias que con el correr de las horas se convertirían en puñetazos y golpes directos al alma. 
     Yo creo que su alma se dividía en dos. Ella quería irse porque, después de todo, su casa se tornaba un infierno insoportable y a veces nuestra psiquis nos pide un descanso. Por otro lado estaba EL, a quien Ella ama y respeta... tal vez al punto de tener miedo a las consecuencias a causa de una posible desobediencia, pero ¿Quién quiere arriesgarse, no? Ella no quería dejarlo y el no quería ser abandonado. Y, lejos de calmarse para no cargarla con un problema más, le dejó en claro que no quería que se fuera y que tal vez esa sería una causa para una posible ruptura. Más problemas para ella, más lagrimas en el frasquito.
     Tal como dije, los días fueron difíciles. Platos llenos que volvían a la cocina, muchos mensajes y varios atados de cigarrillos. Cientos de chistes que inventaba en el momento para sacarle una carcajada y miles de trucos para que se levante y camine por el hotel, o para que cante canciones sin sentido como antes. Igualmente, nada de lo que había pasado se compara con lo que iba a pasar más adelante. 
     Todos en el hotel nos vestimos con remeras de Argentina, pañuelos, muñequeras y hasta nos pintamos la banderita en la cara. Menos Ella, quien lloraba sin parar por un malentendido. Una palabra que no se entendió, una frase que se tomó por obvia y no se dijo... Todos motivos para despertar el enojo de EL. Porque para EL, eso era una desobediencia grave. 
     Ella no paraba de llorar, su maquillaje se corría y en sus ojos no se podía ver con claridad. En su cara el miedo de no poder decir la palabra justa y hacerlo enfurecer cada vez mas. Los nervios y sus manos temblorosas mostraban ese miedo a quedarse sola (sin él), a volver a casa y no tenerlo, a sufrir el castigo de la desobediencia. Sus ojos se perdían mirando al techo, no sonreía...ya no era ella. ¿Quién se hubiera imaginado que eso iba a pasar? Todos, todos sabíamos que tarde o temprano la (poca) paciencia de "El señor perfecto" se iba a terminar. 
     Nadie podia calmarla, no podía respirar tranquila. Ella necesitaba hablar con él y explicarle que todo era un error, que no entendía nada, que las cosas no eran como su cabeza imaginaba. Pero nada. Ella estaba en el piso y lo único que recibía de EL eran patadas. Mis ganas de matarlo crecían con cada lágrima que caía, no podía entender cómo podía ser tan insensible, no parar de insultarla incluso cuando sabía que ya era suficiente, que ya estaba mal y destrozada. Ese escudo idiota de las drogas que usaba para sentirse más hombre y más valiente, eso que usaría más adelante para justificar todo lo que dijo. El era el enemigo de todos los que estábamos en esa habitación. El era la enfermedad.
     La noche pasó, las lagrimas se secaron, pero EL volvió para pedir perdón y tomar su lugar en el trono. Ese trono que Ella había fabricado con sus manos sólo para El. Ella necesitaba a su rey para volver a ser reina, así que lo aceptó y mágicamente olvidó aquella noche de terror. Estaba enferma de amor.
      El amor duele, hiere, lastima y mata. Entonces ¿ Por qué creer en el amor? ¿Por qué amar? No sé, todavía no lo sé, pero lo que sí sé es que no son todos iguales.No todos son EL y no todas somos ELLA.  Que todos tenemos a alguien en el mundo que nació para hacernos felices, pero tenemos que salir a buscarlo y no tenemos que conformarnos sólo por el hecho de tenerle miedo a la soledad, porque la realidad es que no estamos solos. 
     Lo que también sé es que no necesito un rey para ser reina. Y el día que un posible rey aparezca, va a tener que construirse solo el trono y sólo va a instalarse si yo lo dejo. 
Siempre fuimos reinas y reyes, siempre lo seremos... solos o acompañados. Eso es lo de menos.






Ella: Te amo amiga. Gracias y sé feliz.