miércoles, 20 de julio de 2011

La reina quiere su rey

     Sólo los sensibles sufrimos al ver una persona llorar, nos ponemos en su lugar y casi que también lloramos. ¿Y si esa persona es tu amiga? Peor, se multiplica la sensibilidad y se te rompe el corazón en miles de pedacitos. Vas a llorar con ella, vas a gritar, a insultar y a pegarle a las paredes. 
     Nunca sufrí a la par de alguien como en esta última semana. Ver la expresión de preocupación en la cara de una amiga duele. Yo lo amo más que a nada, no quiero estar sin él", y eso repitió toda esa semana.
     Emprendimos viaje a esa ciudad fría pero llena de diversión, así nos despediríamos de esta etapa y le diríamos "Hola" a la vida real. Enamorada, me dijo "No quiero irme", y supe que iban a ser días difíciles para ella. 
     La ilusión saltaba de sus ojos cuando su celular vibraba y en la pantalla decía "Nuevo mensaje de: EL". Todavía no puedo entender como en medio de ese viaje, lleno de risas, de gritos y de vida, ella se metía en su celular para recibir una caricia a distancia.  Esas caricias que con el correr de las horas se convertirían en puñetazos y golpes directos al alma. 
     Yo creo que su alma se dividía en dos. Ella quería irse porque, después de todo, su casa se tornaba un infierno insoportable y a veces nuestra psiquis nos pide un descanso. Por otro lado estaba EL, a quien Ella ama y respeta... tal vez al punto de tener miedo a las consecuencias a causa de una posible desobediencia, pero ¿Quién quiere arriesgarse, no? Ella no quería dejarlo y el no quería ser abandonado. Y, lejos de calmarse para no cargarla con un problema más, le dejó en claro que no quería que se fuera y que tal vez esa sería una causa para una posible ruptura. Más problemas para ella, más lagrimas en el frasquito.
     Tal como dije, los días fueron difíciles. Platos llenos que volvían a la cocina, muchos mensajes y varios atados de cigarrillos. Cientos de chistes que inventaba en el momento para sacarle una carcajada y miles de trucos para que se levante y camine por el hotel, o para que cante canciones sin sentido como antes. Igualmente, nada de lo que había pasado se compara con lo que iba a pasar más adelante. 
     Todos en el hotel nos vestimos con remeras de Argentina, pañuelos, muñequeras y hasta nos pintamos la banderita en la cara. Menos Ella, quien lloraba sin parar por un malentendido. Una palabra que no se entendió, una frase que se tomó por obvia y no se dijo... Todos motivos para despertar el enojo de EL. Porque para EL, eso era una desobediencia grave. 
     Ella no paraba de llorar, su maquillaje se corría y en sus ojos no se podía ver con claridad. En su cara el miedo de no poder decir la palabra justa y hacerlo enfurecer cada vez mas. Los nervios y sus manos temblorosas mostraban ese miedo a quedarse sola (sin él), a volver a casa y no tenerlo, a sufrir el castigo de la desobediencia. Sus ojos se perdían mirando al techo, no sonreía...ya no era ella. ¿Quién se hubiera imaginado que eso iba a pasar? Todos, todos sabíamos que tarde o temprano la (poca) paciencia de "El señor perfecto" se iba a terminar. 
     Nadie podia calmarla, no podía respirar tranquila. Ella necesitaba hablar con él y explicarle que todo era un error, que no entendía nada, que las cosas no eran como su cabeza imaginaba. Pero nada. Ella estaba en el piso y lo único que recibía de EL eran patadas. Mis ganas de matarlo crecían con cada lágrima que caía, no podía entender cómo podía ser tan insensible, no parar de insultarla incluso cuando sabía que ya era suficiente, que ya estaba mal y destrozada. Ese escudo idiota de las drogas que usaba para sentirse más hombre y más valiente, eso que usaría más adelante para justificar todo lo que dijo. El era el enemigo de todos los que estábamos en esa habitación. El era la enfermedad.
     La noche pasó, las lagrimas se secaron, pero EL volvió para pedir perdón y tomar su lugar en el trono. Ese trono que Ella había fabricado con sus manos sólo para El. Ella necesitaba a su rey para volver a ser reina, así que lo aceptó y mágicamente olvidó aquella noche de terror. Estaba enferma de amor.
      El amor duele, hiere, lastima y mata. Entonces ¿ Por qué creer en el amor? ¿Por qué amar? No sé, todavía no lo sé, pero lo que sí sé es que no son todos iguales.No todos son EL y no todas somos ELLA.  Que todos tenemos a alguien en el mundo que nació para hacernos felices, pero tenemos que salir a buscarlo y no tenemos que conformarnos sólo por el hecho de tenerle miedo a la soledad, porque la realidad es que no estamos solos. 
     Lo que también sé es que no necesito un rey para ser reina. Y el día que un posible rey aparezca, va a tener que construirse solo el trono y sólo va a instalarse si yo lo dejo. 
Siempre fuimos reinas y reyes, siempre lo seremos... solos o acompañados. Eso es lo de menos.






Ella: Te amo amiga. Gracias y sé feliz.

1 comentario: