domingo, 5 de febrero de 2012

Sofía.

     La sangre no paraba, las enfermeras corrían por los pasillos chocándose entre ellas, las gotas de sudor caían de la frente de los médicos. No había nada que hacer.
     Sofía permanecía en esa camilla; Ya no gritaba, ya no lloraba. Una enfermera sostenía su mano mientras rezaba un "Padre nuestro" y la invitaba a rogarle a Dios por su salud, pero ella ya no estaba ahí. Sólo podía pensar en su bebé, ese que no existía.
     Apenas podía mantener los ojos abiertos, las voces de los médicos ya eran una sola. No podía saber que pasaba a su alrededor, pero algo estaba claro para ella: Estaba muriendo.
     "Tiene la sonrisa del papá y el color de mis ojos" le decía a la enfermera. "¿No es hermoso?". La sangre no dejaba de salir y más médicos entraban y salían nerviosos de la sala.
     Las lágrimas brotaban de la enfermera, quien lamentaba lo que estaba viendo . Apretó su mano, la miro a los ojos y le dijo: "Tu bebé es el más hermoso entre los ángeles".
     Sofía sonrió y la vida se le fue entre los dedos.