Ninguna enfermera quiso entrar a la habitación, su sueño tan perfecto era toda una celebración. Cada tanto, su médico se acercaba a la puerta, la observaba dormir y sonreía. Sus ojos se llenaban de ternura al verla moverse dormida, seguramente soñando con la libertad que no tiene, la libertad que él quisiera darle. Pero sus fantasías de enamorado tendrían que esperar. La niña todavía era débil.
Sus pequeñas manos sostenían su libro preferido de cuentos, se había quedado dormida leyendo sobre héroes y dragones. Su sueño era ser una una princesa, perfecta, frágil y hermosa. Pero, como siempre repetía, le tocaba ser el dragón, horrible, encerrado... con alas rotas y cadenas en los pies.
Lo que no sabía, es que sobre esa cama, ella era la princesa y su hospital el palacio.
Se había convertido en La Bella Durmiente, esperando a su príncipe de ambo blanco y pastillitas mágicas
Perfecto relato de un amor de transferencia.
ResponderEliminarHermosa manera de describir la escena. Siempre que imagino lo que escribís, siento no perderme ningún detalle.
Tus asociaciones y comparaciones son únicas.
Me encanta leerte.
Besos.
CS.
Increíble, me encantó.
ResponderEliminarA mí también me encantó. Me atrapan las cosas que escribís.
ResponderEliminarMe encantó
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